La orfebrería es una tradición que, en esta familia se lleva en la sangre. En el año de 1940, el Sr. Gonzalo Castillo Salas comenzó el aprendizaje de este noble arte al que involucró posteriormente a su esposa, la Sra. Marianita Valdez, convirtiéndose los dos, en dedicados y pacientes artistas. En su primogénita, Marthita Castillo Valdez, vieron la misma dedicación, pasión y amor hacia esta labor, por lo cual decidieron enseñarle los grandes secretos de la joyería.
Marthita Castillo Valdez; a pesar de las adversidad de una época cuya sociedad no aceptaba a una mujer inmiscuida en asuntos de hombres como el diseño, producción, comercialización y la administración de negocios; supo sacar adelante, en compañía de sus padres, las afamadas Joyerías Castillo y Marthita.
Guayaquil es la capital económica del Ecuador y el lugar donde, la Sra. Marthita Castillo Valdez junto a su esposo el Sr. Gustavo Yépez Moreira, quien se convertiría en el pilar fundamental del desarrollo empresarial de este nuevo proyecto, fundan la primera Joyería Marthita de Yépez en el año 1977.
Tras varias décadas de sembrar sus primeros logros, una tercera generación de joyeros, hijos de esta dedicada pareja, incursionaron en el negocio llenándolo de vitalidad e ideas innovadoras. En manos de sus hijos, Gustavo, Fernando y Gonzalo Yépez Castillo, apasionados por el mundo de las joyas, se ampliaron al segmento relojero, ofreciendo las más prestigiosas marcas de relojes, lo que ayudó que Joyería Marthita de Yépez abriera su primera sucursal. De ahí en adelante, siguiendo una exitosa estrategia de ubicación en los principales centros comerciales de la ciudad, Joyería Marthita de Yépez se transforma en la principal cadena de joyerías del país.
El orgullo de pertenecer a una tierra generosa, sumando la bendición de Dios y a la fe en que todo trabajo realizado con amor, constancia y sacrificio es bien recompensado, Joyería Marthita de Yépez ha llegado a ser lo que es, una empresa que vale oro, plata y piedras preciosas.